miércoles, 25 de marzo de 2009

Lectura en silencio

CARLA PATRICIA QUINTANAR


LECTURA EN SILENCIO

Me siento escritora menor… Y lo soy, porque nada más escribo latidos; de oído los reproduzco en un cintillo de signos sin historia. En humildad debo mantener la oración, pues es sólo que en tierra de ciegos el tuerto es rey…
Me desanimo porque viene el demonio de la expectativa y me traga. ¿Cómo dejar de desear? ¿Cómo entregar-me sin esperar a cambio (de menos el vuelto)? No me asiste la razón y ya tampoco me asiste la locura… No he renacido… Ni siquiera tengo fe en mi obra, sólo la ejecuto con la tibia esperanza de que las oraciones me justifiquen. Trivial. No es metáfora, sólo el reconocimiento de mi propia imagen deformada en el espejo. Pero esa imagen también soy yo: me representa la distorsión.
Lo delicado trae problemas, me dice (hay que regar la flor, salvaguardar el cristal). Las personas delicadas son un problema, me dice. La palabra se apersona, me digo. La palabra es delicada, se deshace en el paladar al pronunciarla. El silencio, por ello, es la fuerza, es el lenguaje del sabio (yo soy escritora, pobrecita).
Renunciar a la delicadeza es renunciar a la palabra, como quien renuncia a mirar los pétalos de la rosa, porque implica delicadeza (la delicada humedad de los pétalos de mi delicado seño de mi delicado signo femenino, me digo)… Las personas delicadas son problemáticas, no son queribles, generan aberración, me dice. Huye, querido; huye, huye de las flores y de las aterradoras mariposas…
El hombre sabio guarda silencio, renuncia a la ingrata delicadeza del lenguaje. Acepta la tolerancia del silencio. El silencio lo tolera todo, todo lo contiene el silencio, el silencio es fuerte, autosuficiente, discreto, libre de culpas es el silencio. La fortaleza del silencio. Estoico silencio. Heroico silencio. Etéreo silencio: lenguaje de Dios es el silencio. Todo lo tolera, todo lo contiene el silencio. Amable silencio. Alivianado silencio.
El silencio es promesa: eterno capullo, crisálida perenne. A veces rompe su membrana y escapa una rebelde: una mariposa terrorista dinamita el tiempo y muere, por pendeja, al manifestarse; la delicada terrorista se aniquila, destroza su casa, su fortaleza de silencio, y nunca más puede volver al recinto del cual ha renegado. Palabra delicada terrorista dinamitera pirómana monstruosa fragilidad ángel caído venido a menos palabra suicida vulgar sonido intolerable delicadeza problemática. El silencio, en cambio, todo lo contiene, todo lo tolera, como hace Dios. Capullo. Placenta.
La musa, por ello, es enigma de silencio: distante, etérea, poderosa (piensa cómo te ha ido por ser delicada, pinche mariposa puta de mierda). El silencio es eterno, la palabra es efímera porque no tolera lo posible: ella es (delicada dinamitera de la cueva sutuosa del silencio). Se manifiesta y muere de su propio latido (delicado), muere de su vida (frágil). Se manifiesta y es; y lo que es, vive; y lo que vive es carne muerta. Un minuto de silencio por la mariposa bomba…
¿De qué se puede hablar sin hablar? ¿De qué se puede hablar sin manifestar el signo del gozo o el ansia de los pétalos delicados de mi signo? Por eso es impronunciable el nombre de Dios. Por eso el Diablo es el innombrable. Ninguno es delicado: son el silencio, la no expectativa, lo posible, los contenedores del tiempo (y yo con mis pétalos delicados, carajo, que apenas pueden contener a uno).
La ley del más apto, la ley del más fuerte, la ley del más tolerante, la ley del más silencioso. Por eso es rquisito del poeta ser asquerosa delicadeza: ¿quieres la palabra? Ahí la tienes.

Colofón
En mi trabajo no hay propuesta conceptual, no hay propuesta de ruptura ni de trasgresión, nio es revolucionario, ni es comprometido con la causa del tiempo, ni denuncia, ni va más allá… Soy empírica, burguesita de barrio clasemediero, de ciudad tradicional, de estirpe mundana… Nada más transcribo el latido de algunas frustraciones comunes, pequeños gozos sin médula… No sé nada sobre escribir. Soy un síntoma de lo trivial. Soy síntoma de la banalidad. Síntoma del ego insustancial… Escribir es el camino hacia el silencio. El silencio es el camino hacia Dios; por eso los animales están más cerca de Dios, las plantas más aún, los minerales le hablan de tú: están callados. Por eso es prosaica la palabra. La prosa es el lugar más apartado de la palabra grandilocuente de Dios. Cuidaos prosistas: estáis en el mayor pecado, estáis en el infierno, sois ángeles caídos, abortos del reino del silencio.